La
realidad política de Italia se antoja más incierta y abierta que nunca
tras la victoria de Pier Luigi Bersani en las primarias de la
centro-izquierda y el ascenso de las listas ciudadanas en las
municipales de mayo.
Italia
cambia de color. Es un hecho. El país de la esperpéntica y caduca
centroderecha de Berlusconi pide un cambio de rumbo, y la escena
política se abre a nuevas vías tras las victoriosas elecciones
municipales de mayo para el cómico Beppe Grillo, ahora reconvertido en
esperanza de los millones de ciudadanos desilusionados con la casta
política tradicional.
Asimismo,
el citado Bersani tiene ante sí una oportunidad inigualable de devolver
el país a la centro-izquierda. Venció en las primarias del PD (Partido
Democrático) a su peor enemigo, el joven y carismático alcalde de
Florencia Matteo Renzi, que aspiraba a llevarse por delante no solo a la
moribunda centro-derecha, sino que a muchos altos cargos de la casta
tradicional de su propio partido.
“¿Siguen
siendo útiles los viejos credos de la izquierda o es necesario abrir el
abanico a nuevos votantes, por qué no también a los moderados del
centro derecha?” Es la principal pregunta que lanzó la candidatura de
Renzi en su discurso, a favor de intentar lograr más votos del sector
moderado ante un Bersani mucho más cerrado en ese sentido. El
experimentado político, exministro en los fallidos gobiernos de Prodi y
D’Alema, tuvo que lidiar en los debates con la gran autocrítica que
Renzi hizo de su propio partido. “Que Monti se haya encontrado este país
en la más absoluta ruina no es solo culpa de Berlusconi, y el PD tiene
que asumirlo y tomar responsabilidades en ello”. Las palabras del joven
alcalde escocieron mucho en el sector más duro del PD, siendo Bersani el
claro ganador de las primarias con más de un 60% de votos.
Si
hay algo que queda claro ante los comicios que vienen es que los
partidos tradicionales harán bien en no ignorar la realidad que se les
presenta ante la irrupción del “Movimiento 5 estrellas” de Grillo en la
política transalpina. "Soy una persona normal, antes que nada. Pienso
precisamente por esto que podré dialogar al mismo nivel con todos los
ciudadanos y dar muestra de cómo se puede hacer política de modo
distinto a la que hemos visto en los últimos años" decía en Mayo
Francesco Pizzarotti, informático de profesión, recién proclamado
alcalde de Parma. Toda una declaración de intenciones que la
centro-izquierda de Bersani tendrá que tener muy en cuenta.
Ha
sido tal el éxito que el “ejército de ciudadanos” (como llama Grillo
mismo a sus seguidores) ha tenido en la sociedad italiana, que se ha
aupado al segundo lugar en las encuestas de cara a las elecciones, que
aún no tienen fecha. Su principal enemiga, su propia excentricidad y su
marcada “antipolítica” que suscita dudas de cómo actuarían una vez en el
gobierno. Ante esto, Pizzarotti sentencia “No somos la antipolítica.
Somos la nueva política.”
Mientras tanto, Silvio Berlusconi observa todo desde su sillón y duda. Duda de si huir del país a la África más profunda, ahora que tiene la soga judicial apretándole el cuello más que nunca, o volver al redil electoral a luchar contra unos enemigos a los que cree poder vencer. No contempla a Grillo como rival real, pero las primarias del PD le han insuflado esperanzas para renacer de sus cenizas. La realidad es que contra el huracán de carisma y juventud Renzi poco o nada tendría que hacer, pero Bersani puede parecer un rival más a su altura. “¡Pero si lleva en la política más años que yo!”. ¿Habremos visto el último trote de “Il Cavalieri”?.
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