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Bárcenas, Amy Martin y demás fauna ibérica

Una semana más, las noticias que abren los telediarios nacionales vuelven a ofrecernos una imagen clara y concisa de lo vergonzoso del panorama "político" español. Por si el circo de corruptelas que se está desmantelando en lo que llevamos de crisis económica no fuese suficiente, ahora se destapan escándalos que involucran directamente al tesorero del partido en el Gobierno, y nadie parece escandalizarse.

Lo cierto es que es normal, Bárcenas no es sino uno más de los colegas del clan Gürtel, clan Pokemon, clan... muchos nombres diferentes para una misma cosa, la falta de vergüenza de la "clase política" que tendría que dedicarse a salvaguardar los derechos ciudadanos y a hacer un gasto sensato de las arcas públicas. Todo lo contrario a lo que se ha demostrado que hacen, vaya.

Veo como hecho grave y preocupante que la gente deje de sorprenderse por estos nuevos descubrimientos. No en vano, la indiferencia del pueblo es la que precisamente puede permitir que todos estos ladrones, maleantes, sinvergüenzas y jetas que nos han estado tomando el pelo salgan impunes de sus delitos.

La tecnología, herramienta para el cambio: Reflexión


Es evidente que la comunicación se ha visto afectada en los últimos tiempos, sobre todo en el último cuarto de siglo por transformaciones tecnológicas de gran envergadura. Éstas han modificado no solo el campo de la comunicación sino el contexto general de nuestras sociedades

De hecho, el surgimiento de la prensa de masas sería imposible de entender sin la industrialización de la comunicación que se dio a finales del siglo XIX. Tomando el ejemplo de EEUU, lugar donde surgió el periodismo de masas, vemos como ello contribuyó a un gran cambio social, reduciendo el nivel de analfabetismo en el país considerablemente. Así pues, vemos claramente que el progreso tecnológico va ligado incondicionalmente a un progreso social.

Y como este, hay muchos ejemplos más de cómo afecta la tecnología al cambio, como por ejemplo la máquina de vapor, que sustituyó al músculo en el siglo XVIII, dando pie a lo que posteriormente sería el capitalismo de Adam Smith, la creación de la clase obrera y el surgimiento del socialismo. Y si la máquina de vapor sustituyó al músculo, dando lugar a semejantes cambios sociales, podríamos decir que el desarrollo de la informática sustituye al cerebro humano y por lo tanto los cambios que esto ha generado y que está generando son incalculables.

Creo que todos estaríamos de acuerdo en decir que lo que la informatización de nuestras vidas (uso de ordenadores, móviles, tarjetas de crédito, incluso billetes de tren que están informatizados) ha traído la clara consecuencia de la mundialización. Es decir, que algo que ocurre en Japón lo pueda leer yo mismo desde Madrid a los 10 segundos de haber sido subido a la red y mil cosas que hace 25 años serían totalmente impensables para la sociedad se dan con la informatización.

Lo que intento decir con esto es que los cambios tecnológicos siempre han supuesto cambios en la sociedad, pero especialmente la revolución digital a la que estamos asistiendo en la última década, que no es más que una subrevolución de la informatización que se dio en los años anteriores, ha supuesto grandes cambios en la forma de comunicarnos de los humanos, que es el asunto que nos ocupa. Grandes cambios porque lo digital ha permitido por primera vez unir material escrito, sonido e imagen en la comunicación.



El peligroso ascenso de la ultraderecha en Hungría


Todas las alarmas saltaron el pasado mes en el Parlamento húngaro, cuando un alto cargo del partido extremista Jobbik propuso crear “listas de judíos peligrosos para la seguridad del país”.

La propuesta fue realizada por Márton Gyongyósi, vicepresidente del partido, en el contexto de un debate público sobre la situación en la franja de Gaza. Sus palabras causaron indignación y consternación tanto en la comunidad judía húngara, una de las más grandes de Europa con más de 100.000 miembros en su haber, como en el resto de agrupaciones políticas del hemiciclo del país magiar.

Las reacciones no se hicieron esperar y el Gobierno húngaro, presidido por el partido conservador Fidész, condenó la propuesta “lo más categóricamente posible”, mientras que el partido DK del ex-primer ministro Ferenc Gyurcsani, comunicó que propondrá la ilegalización directa del partido ultranacionalista de Gyongyosi. Por último, el grupo socialista calificó como “imperdonables” las declaraciones del parlamentario, proponiendo la creación de un Comité Ético que se ocupase de estos casos en el Parlamento.

La comunidad internacional también mostró su rechazo hacia las palabras de Gyongyosi. Thorbjorn Jagland, secretario general del Consejo de Europa pidió que se hiciese memoria para recordar que el Holocausto también comenzó “con listas y separaciones”, calificando de “chocantes” las declaraciones del político húngaro.

Lo cierto es que no es la primera vez que el partido muestra ideas antisemitas en público, habiendo llegado incluso a cuestionar el número de víctimas judías del Holocausto. Jobbik, cuya traducción al español es “El movimiento por una Hungría mejor”, es un partido derechista que ocupa el tercer puesto en escaños en el parlamento magiar. Como se puede observar en la vestimenta, organización y simbología presentes en la Guardia Húngara (organización paramilitar que tiene dependencia directa del partido), tiene claras tendencias filofascistas que van unidas a un nacionalismo extremo.

El impresionante ascenso electoral que el partido experimentó en las parlamentarias de 2010 responde a muchas razones. Una de las principales, la ira con la que el pueblo húngaro reaccionó en 2006 luego de que un comprometedor audio del entonces Primer Ministro Gyucsani fuera divulgado. En él, el político del partido demócrata admitía, entre otras cosas, haber mentido acerca de la situación económica del país para salvaguardar su imagen.

En el audio podía oírse claramente que: «si la economía se mantuvo encarrilada fue por la divina providencia, la abundancia de dinero efectivo en la economía mundial y cientos de engaños», para después agregar: «es obvio que hemos mentido en el último año y medio, dos años. No hay dudas de que lo que estamos diciendo no es verdad». La centro-derecha comandada por el Fidész no dudó en aprovechar la ocasión para hacer un llamamiento a los jóvenes húngaros en contra del régimen de Gyucsani.

Aquel 18 de septiembre, miles de ciudadanos salieron a la calle en Budapest, y enarbolando banderas del Reino de Hungría (comúnmente relacionada con la ultraderecha del país) exigiendo la dimisión del Primer Ministro. Desbordando a  la policía, tomaron violentamente la sede de la MTV, televisión nacional húngara, en las que fueron las jornadas más violentas vistas en el país desde la caída del socialismo y el régimen soviético en 1991.

En los siguientes cuatro años la situación económica del país fue a peor, en paralelo con la crisis mundial, y en las elecciones de 2010 la centro derecha comandada por el Fidész ganó abrumadoramente, con más de dos tercios de los votos. Fueron estos los citados comicios en los que  Jobbik entró en escena, con su controvertida y radical ideología por delante.

¿Qué es un reportaje fiel?


En esta ocasión rescato un artículode Xavier Juvierre para El periódico:
Hay una interesante polémica en la red sobre un reportaje fotográfico de Samuel Aranda sobre la crisis económica en España publicado en 'The New York Times'. Es una recopilación de fotos en blanco y negro de hechos y situaciones acaecídas en los últimos años en el país. Las marchas de protesta de los mineros, inmigrantes que viven en fábricas abandonadas en Barcelona, un comedor social, manifestaciones contra los recortes.... Siendo todo cierto y bien fotografíado, el conjunto del trabajo da una imagen de España irreal y bastante retro.
zoomUna de las imágenes del reportaje fotográfico de Samuel Aranda sobre España publicado en 'The New York Times'.
Una de las imágenes del reportaje fotográfico de Samuel Aranda sobre España publicado en 'The New York Times'. 
El blanco y negro y los primeros planos hacen que se acentúe esa sensación. Parece un reportaje de los años más oscuros del franquismo. También recuerda los reportajes de la gran depresión americana de 1929. El libro de Dorotea Lange, 'Los años decisivos', con los campamentos de inmigrantes de Oklahoma que llegaron a California después de haber perdido sus cosechas y que malvivía en los descampados de las ciudades del oeste.
No me cabe ninguna duda de que a los periodistas del 'NYT' les encantó. Se acerca a la imagen que ellos ya tenían preconcebida de la España en crisis. Los profesionales de la información sabemos que esto pasa y que seguirá pasando. Si se envía a un fotógrafo español a retratar la crisis en Grecia, obviamente, no hará fotos de los turistas en hoteles de lujo en Santorini, ni de los barrios de gente acomodada de Atenas. Buscará la imagen que simbolice la crisis, aunque a menudo, el día a día de la calle no refleje las penurias que está pasando la gente por el paro y los recortes.
Podemos hacer un reportaje de China con el título 'El gigante se moderniza', con fotos de los rascacielos de Shanghái y los coches y restaurantes de lujo. Y, al tiempo, otro que se titule 'Las entrañas del gigante', donde se enseñe a los trabajadores de la construcción, que han llegado del campo a la ciudad, y duermen en los mismos edificios que están construyendo. O de los mercados de los suburbios de Pekín donde la gente, en cuclillas, sigue comiendo arroz en un bol de plástico, como lo han hecho toda la vida. Los dos reportajes serán objetivos. Pero la publicación de uno solo de ellos dará una imagen de China que no es cien por cien cierta.
Cuando un periódico del prestigio internacional del 'NYT' publica este reportaje, sabe de la influencia que va a ejercer sobre la percepción de España que tiene la opinión mundial. Le propongo a 'NYT' que haga un reportaje en Barcelona sobre las colas en las Apple Store para comprar el IPhone 5, los restaurantes con estrellas Michelín o sobre el millón y medio de personas que han participado en las fiestas de la Mercè de este año.
De la unión del reportaje de Samuel Aranda y el anteriormente propuesto saldría una foto fija bastante fidedigna de la realidad. Si se enfoca hacia un lado sale una foto, hacia el lado contrario, otra muy distinta. Pero el periódico americano no pretendía enseñar las dos caras de una misma moneda, pedía un reportaje sobre la crisis. Y bajo esa premisa no hay nada que decir. El trabajo es impecable.

La eterna tragedia del "Techo del Mundo"


La impactante noticia de la inmolación en el Tíbet de una adolescente la pasada noche del domingo es solo la punta del iceberg del conflicto que durante décadas está padeciendo la población de esta histórica región al suroeste de China.
 Bhenchen Kyi solo tenía 17 años. La noche del domingo decidió prender fuego a su propio cuerpo al grito de “larga vida al Dalai Lama” y “que la libertad del pueblo tibetano prevalezca”. Tristemente, el de Bhenchen es solo el último de este tipo de sucesos que en lo que va de año han acabado con la vida de 23 personas. No en vano, las inmolaciones se han convertido prácticamente en la única forma de hacerse oír para este pueblo, a merced de la voluntad del gigante asiático.
China, ya convertida en la segunda potencia económica y mediática del mundo, ha sido criticada por organizaciones como Human Right Watch, quien la acusa de “exacerbar la situación” en la cuna de la dinastía Gelug (una de las cuatro dinastías del budismo, cuyo líder es el Dalai Lama). El régimen chino no solo se ha abstenido de sentir ningún tipo de responsabilidad ante la tragedia que está ocurriendo bajo sus dominios, sino que ha intentado por todos los medios acallar las voces críticas contra su papel en Tíbet y deslegitimar las protestas.
Así reza el boletín informativo del gobierno, publicado el pasado mes de septiembre: “las recientes inmolaciones en áreas tibetanas están relacionados mutuamente con fuerzas hostiles dentro y fuera de China, están planeadas, organizadas e incitadas por naciones separatistas y son incidentes profundamente repulsivos que buscan destruir la unidad étnica y fomentar el desorden social. La opinión legal señala claramente que aquellos criminales en la sombra que colaboran [...] con aquellos que perpetran las auto-inmolaciones serán investigados por estar involucrados en crímenes de homicidio intencionado”.
Vídeo informativo sobre la actuación de China en Tíbet.
Este boletín está teniendo ya sus consecuencias. En los últimos meses, el papel de los oficiales chinos ha pasado a ser aún más severo con la población tibetana, arrestando en muchas ocasiones a las familias y allegados de los inmolados para dar ejemplo. Estas medidas han suscitado una profunda animadversión tanto en la población tibetana como en Human Right Watch, quien ha recordado a China que el uso de los castigos colectivos es contrario a las leyes internacionales sobre los DD.HH.
Pero, ¿Cuál es el origen conflicto tibetano? El Tíbet, situado en el techo del mundo, llamado «El País de las Nieves» está ubicado entre China y Nepal. Siempre fue apetecido por numerosos pueblos, sobre todo por China, Mongolia, Manchuria, Nepal, y hasta los ingleses, que no podían estar ausentes en su afán colonialista de conseguir grandes intereses comerciales en ese país (no olvidemos que su vecina India fue un protectorado británico hasta la llegada de Gandhi).
De todos estos países, siempre fue la vecina China la mayor amenaza para la libertad del pueblo tibetano. Hubo muchos intentos de conquista a lo largo de los siglos, pero no fue hasta 1949 (ya con Mao en el gobierno) cuando las tropas comunistas entraron en el “Techo del Mundo” provocando una guerra que acabó con la muerte de miles de monjes tibetanos y la huida del Dalai Lama a India, donde sigue permaneciendo hoy en día.
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En los siguientes años, la represión contra la los budistas se fue recrudeciendo hasta que se alcanzó la cifra de 90.000 monjes muertos, peromás allá de las pérdidas personales, la Revolución Cultural China amenazó seriamente a la cultura de un pueblo con sus propias raíces, idioma, religión y costumbres ancestrales. Los niños tibetanos empezaron a ser educados en unos valores que aborrecieran el budismo y abrazaban al comunismo, y los monjes tuvieron que realizar un esfuerzo impagable para que su riquísimo acerbo cultural no se perdiese.
Por si fuese poco, más de 6.000 monasterios fueron destruidos en esa época, y el gigante maoísta comenzó con una política que pretendía hacerse con la completa economía de Tíbet: talas de bosques y destrucción medioambiental en su propio beneficio, beneficios fiscales para los chinos que entraban a la región para que montasen sus propios negocios… y un largo etcétera que ha dejado a la comunidad tibetana en una durísima situación.
El Gobierno tibetano en el exilio llegó incluso a renunciar a la independencia que tradicionalmente reivindicaban en 1979, cuando propuso un camino intermedio que pasaba por el reconocimiento de una autonomía del Tíbet que permitiese preservar sus señas de identidad a la región. Sin embargo, el Gobierno Chino nunca reconoció estos pasos dados por los propios monjes y siempre ha mantenido una actitud hostil respecto al tema. “Lucharemos contra el separatismo en favor de una patria unificada” declaró el por entonces presidente Hu Jintao en 2008, cuando las protestas de los tibetanos se endurecieron ante la proximidad de los Juegos Olímpicos de Pekín, que se presumía un gran escaparate para denunciar los excesos del país con mayor población del mundo.
Sucesos como las continuas inmolaciones de monjes nos hacen recordar que los JJ.OO no valieron de mucho, pues Tíbet sigue ahogándose ante ese mal llamado colonialismo. La cruda realidad es que Bhenchen Kyi no será la última. Mientras tanto, la comunidad internacional sigue en su papel de crítico pasivo. China se ha convertido en un monstruo demasiado grande contra el que luchar y ya nadie se atreve a dar pasos más allá de la reivindicación de los derechos humanos, no vaya a ser que uno de los mayores apoyos económicos de una Europa que naufraga se vaya a enfadar.
 

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